Dice Kenneth Wapnick, que la razón por la que este curso es tan difícil, es porque nos cuesta mucho generalizar nuestra tarea de perdón a toda circunstancia, en todo momento y a toda persona. También nos cuesta mucho sostener la diferenciación entre forma y contenido. Podemos entrar muy fácilmente en conflicto, cuando no sabemos entregarle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Olvidamos con mucha facilidad que la paz y el sufrimiento como experiencia terrenal, son efectos y no causas. El experimentar paz o sufrimiento, sólo nos da cuenta del maestro que hemos elegido. Y el perdón, a la luz de Un Curso De Milagros, es el recuerdo de que podemos elegir de nuevo, cada vez que así lo queramos. Hay momentos en los que sencillamente no podemos, o no queremos perdonar y si ese es el caso, lo más sensato es no perdonar y punto. La falta de perdón, siempre conlleva sufrimiento en algún nivel, mas si esa es la única elección que parecemos poder tomar en un momento dado, que así sea y bienvenido el aprendizaje que nos traiga esa elección. Un Curso De Milagros nos alienta siempre a empezar nuestro trabajo en el nivel en el creemos que estamos en lugar de aquél al que queremos llegar. En ese orden, hacemos mucho más reconociendo nuestras propias limitaciones y resistencias a perdonar, que obligándonos a ver nuestras percepciones de una forma en la que aún no somos capaces de interpretar. El verdadero cambio comienza con el reconocimiento, no con el ideal. Antes de llegar a nuestro Ser de Luz, tenemos que encontrarnos de frente con nuestra obscuridad.
Si quiere quejarse o enojarse, hágalo. Si quiere llorar y gritar, adelante. Tómese el tiempo que crea necesario. Pero no se acostumbre a sufrir.
- HECTOR JOAQUIN VELÁSQUEZ ALZATE