*LECCIÓN 46. Dios es el Amor en el que perdono.*
Comentario.
¿Para qué perdonamos? Para dejar de hacer real este aparente mundo de separación. Mientras creamos que algo o alguien nos puede hacer daño tendremos que perdonar, pues nos habremos creído que lo que es invulnerable puede ser amenazado.
Primero parece que perdonamos a otros, pero, perdonando y perdonando fuera, acabamos por darnos cuenta de que lo único que perdonamos son nuestros pensamientos sobre los demás y que, en realidad, no son más que una proyección de lo que creemos ser nosotros (y Dios), pero que, como lo habíamos hecho inconsciente, no nos dábamos cuenta de que son tan solo nuestras creencias falsas sobre el Hijo Único de Dios.
No hay nadie ahí fuera distinto de mí, por lo que siempre me perdonó a mí mismo por lo que creo que he sido capaz de hacer (prescindir de Dios); ahora bien, hasta que me haga consciente de ello, parecerá que estoy perdonando a “otros”.
Perdono porque he hecho real una situación en la que me siendo atacado o soy el agresor, para soltar esta falsa interpretación y hacerme consciente de que, si no había amor, tan solo era una petición de ayuda por mi parte o la de otros.
El Hijo de Dios no puede ser tratado injustamente. Con esta idea en mente, recuperamos la consciencia de nuestra invulnerabilidad y reconocemos que toda manifestación no amorosa de un hermano es siempre una petición de ayuda, pues al no reconocerse como invulnerable, tiene miedo y actúa sin amor. Y así, aceptamos en nosotros al desconocido externo convirtiéndolo en lo que realmente es, nuestro mismo Ser, pues el Amor de Dios en el que deshacemos las ilusiones, lo envuelve y abarca todo.
¡Gracias por decidir tan solo perdonar y obrar milagros!
Hilda Cristo.💝